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viernes, octubre 27, 2006

El muro de los 2000 millones de dólares (O cómo el cabeza de gobierno estadounidense nunca deja de sorprendernos)




George Walter Bush lleva presidiendo Estados Unidos desde 2000, tras ser reelegido en 2004 mediante unas seguramente fraudulentas y manipuladas elecciones. Y no me falta razón en afirmarlo, ya que cualquier estadounidense en su sano juicio se lo pensaría dos veces (o tres) antes de decantarse por un republicano que lanza una “guerra contra el terrorismo” en Afganistán porque el yemení nacido en Arabia Saudí (es decir, Bin Laden) que sacudió la seguridad y unidad nacional de su país se esconde en algún remoto paraje afgano. Acerca de dónde saca esta suposición no puedo aclarar nada, salvo que se lo sacó de la manga, literalmente. Pero ésta no es la única medida, en lo que a política exterior se refiere, que el antiguo gobernador de Texas ha llevado a cabo con el fin de reparar el daño ocasionado al orgullo patrio de su nación y, sobre todo, su seguridad.

Ha rechazado el Protocolo de Kyoto, dirigido a la disminución global de la producción industrial para el restablecimiento de la capa de ozono y, en definitiva, para tratar de salvar el medio ambiente, haciendo uso de esta frase: "Mi opinión es que el crecimiento económico es la solución, no el problema", con lo que deja muy claro que le importa un pepino lo que ocurra en el resto del globo mientras, eso sí, no afecte a la economía de Estados Unidos. Al fin, en 2006 accedió a firmar, presionado por los otros países firmantes.

En sus inicios, el programa político de Bush se apoyaba en la mejora de las relaciones EEUU-Sudamérica tanto a nivel político como económico(“He hablado con Vicente Fox, el nuevo presidente de México, para tener petróleo que enviar a Estados Unidos. Así no dependeremos del petróleo EXTRANJERO”), por la cuenta que le traía (petróleo principalmente). Pero a raíz de los ataques terroristas del 11S en los que murieron casi 3000 personas, su punto de mira ahora enfoca hacia Oriente Próximo. El presi encuentra, gracias a ellos, una excusa con la que atacar, siempre bajo intereses económicos disfrazados con el cuento de “guerra contra el terrorismo”.

Otro invento del republicano es la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq. Al margen de la veracidad de ésta premisa, queda patente el motivo real del movimiento antiterrorista que emprende: los recursos petrolíferos de Iraq. Su teoría es que Saddam Hussein proveería a terroristas de este tipo de armamento. Por supuesto Bush tomó cartas en el asunto. Lo cierto es que hasta la fecha no se han hallado pruebas que demuestren la existencia de tales armas, a pesar de haber registrado cada centímetro cuadrado de territorio Iraquí (tampoco debemos fiarnos demasiado, ya que la información que nos llega no siempre es veraz y/o ha podido ser manipulada). Ahora se desencadena una guerra civil en Iraq y Bush continua defendiendo su decisión argumentando que "El mundo es más seguro hoy". Después de no encontrarse armas de destrucción masiva en Irak son numerosos los intelectuales norteamericanos o no, entre ellos el británico
premio Nobel Harold Pinter, que se han sumado a la demanda de que George W. Bush sea juzgado por crímenes contra la Humanidad.
Pero el tema que nos ocupa (el del título), no es otro que el de la inmigración. Después de un proyecto de ley que no estoy muy segura que se haya aprobado, acerca de visas de trabajo temporales (6 años) y de la tacañísima expedición de la Green Card, o derecho de ciudadanía, además del internamiento de los inmigrantes ilegales (principalmente mexicanos) en centros penitenciarios, a los que se trata como criminales, llega la última de las superproducciones made in the White House, o lo que es lo mismo, la futura construcción de un muro de mas de 1.200 kilómetros de longitud, a menos de dos semanas de las elecciones en las que su partido, el Republicano, está en riesgo de perder el control del Congreso frente a los demócratas. Mientras el 74 por ciento de los norteamericanos quieren más efectivos de la Patrulla Fronteriza, sólo 45 por ciento apoya la edificación de la valla, afirmó el resultado de la consulta realizada a 1.013 personas entre el 20 y el 23 de octubre.
Con todos estos hechos, podemos RE-afirmar la incompetencia del presidente Bush, algo que, repito, no es nada nuevo, como la propia ineptitud de su casi homólogo español, José Luis Rodríguez Zapatero. Como siempre digo, Zapatero a tus zapatos, porque el gobierno no es lo tuyo.